El Mundo: "Arte: una inversión con doble retorno"
Por Javier Serrano
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/actualidad-economica/2020/06/04/5ed67cbb21efa0fc468b45c9.html
A la hora de invertir en arte hay un aspecto im- portante: que te guste. De esa manera, el primer retorno de la inversión es inmediato: el emocional, el disfrute de la obra. Con el tiempo (y siempre a lar- go plazo) se puede obtener, además, un re- torno económico.
Invertir en arte tiene sus peculiaridades. ¿Es rentable? Sí, las obras de arte tienden a revalorizarse (hay valores más seguros que otros), pero ni se trata de un mercado dinámico, porque no siempre hay un comprador preparado cuando queremos vender, ni se puede jugar a corto plazo. Es un entorno para gente paciente. Elisa Hernando, CEO de Arte Global (asesoría de arte de grandes empresas y colecciones), economista, historiadora del arte y tasadora, explica que “de 2000 a 2018, una inversión en arte de 100 euros se habría convertido en 190; la rentabilidad es muy interesante”. Pablo Jiménez Burillo, crítico de arte y exdirector del área de Cultura de la Fundación Mapfre, añade que “a lo largo del siglo XX, el arte se revalorizó más que la Bolsa de Nueva York”. Y Moisés Bentata, que en las últimas décadas ha combinado su actividad como alto directivo de Telefónica con la de pintor profesional (es cofundador y codirector de la feria Artist), remata: “Una pieza de un autor histórico [Picasso, Dalí, Van Gogh] puede revalorizarse, de media, entre un 10% y un
15% anual.” Pero las cosas no son tan fáciles ni tan inmediatas: para comprar un Picasso, por ejemplo, hay que disponer de varios (muchos) millones de euros; debemos tener paciencia, al menos 10 años, para sacar rendimiento a la inversión, “y cuando queramos vender, a lo mejor no hay un cliente adecuado dispuesto a pagar lo que la pieza vale”, explica Bentata, “no es un mercado líquido”.
Además, están las dificultades propias de la legislación española, muy restrictiva. “El IVA es del 21%”, explica Jiménez Burillo, “cuando en Suiza, por ejemplo, es del 6%. Y además, una vez entra una obra de ciertas características en España, la ley te impide sacarla del país, de forma que se reducen drásticamente las opciones de vender, ya vimos lo que le pasó a Jaime Botín y su Picasso”. Existe la opción de adquirir una obra de estas características como inversión, pero sin traerla a España. “Pero entonces no la puedes disfrutar”, comenta Elisa Hernando. ALTERNATIVAS. Dadas las dificultades para adquirir el Guernica, de Picasso, o La pistola, de Andy Warhol, hay otras opciones. Sobre todo para quien quiere introducirse en este mercado del arte de una forma más natural. Para ello, debemos entender que invertir en arte es algo muy distinto a hacerlo en productos puramente financieros, porque en este caso entra en juego algo mucho más subjetivo: el gusto. A la hora de invertir en arte, es importante que al comprador le guste lo que adquiere, porque posiblemente conviva con esa obra durante unos cuantos años. “Y si esa obra produce emoción, incluso pasión”, apunta Bentata, “la primera forma de recuperar la inversión procede de la parte humana, el primer retorno es emocional”. Después, con los años, nos podremos plantear el beneficio económico. “Aunque puede que para entonces, ya no queramos deshacernos de esa pieza…”
Si lo que nos atraen son las grandes firmas, existe la posibilidad de salir de la pintura y adquirir grabados, por ejemplo, o cerámicas. “Las hay de Picasso, o de Miró”, cuenta Elisa Hernando, que también dirige la asesoría de arte online RedCollectors para perfiles medios, “y por 1.000, 2.000 ó 6.000 euros podemos tener una pieza auténtica de estos autores, no hace falta gastarse un millón de euros”. Lógicamente, son obras menos cotizadas y, por tanto, las posibilidades de revalorización son menores. Otra vía es buscar nuevos talentos: recorrer ferias, exposiciones y encontrar obras de artistas prometedores. “Hay que huir de modas”, aconseja Bentata, “con un poco de experiencia afinas el olfato y puedes ver quién ofrece un valor estético. Lo importante es que la obra te guste porque vas a convivir con ella y, quién sabe, igual te la quedas para siempre”. Otra de las ventajas de esta forma de comprar arte es el trato directo con el artista. “Eso se está perdiendo”, afirma el pintor, “y debemos volver a poner al artista al alcance del usuario, devolverle el protagonismo que le corresponde”. Hernando ratifica esta visión. “En primer término, la obra es para disfrutarla; después, si se revaloriza, te puedes plantear aprovechar económicamente la inversión. Además”, añade, “buscar talento emergente es una forma de mecenazgo, de apoyo a la gente que empieza.” Tanto Moisés Bentata como Elisa Hernando tienen claro que siempre hay nuevos valores que merece la pena buscar. Pablo Jiménez Burillo es más escéptico. “Ahora es mucho más difícil. Hace unos años sí podías descubrir artistas con proyección, ahora las tendencias las controlan las grandes colecciones”. Jiménez Burillo se refiere al caso de Miquel Barceló. “Hubo quien compró obras de Barceló antes de que se lanzara a la fama. Manolo Escobar, por ejemplo, hacía ese tipo de inversiones y logró una colección de arte muy interesante. Pero hoy en día, a las figuras se las crea, se encumbra a determinados artistas, hay mucho marketing, y es complicado que alguien destaque fuera del circuito convencional. Actualmente, el del arte es un mercado duro”.
PRECIO. El precio de una pieza de arte no es fácil de establecer. Elisa Hernando, tasadora, tiene claro que hay “criterios econométricos, utilizamos cálculos matemáticos y estadísticos que nos ayudan a tasar una obra. Influye la técnica, el soporte, el tamaño… Y después también entra en juego una parte subjetiva: el ojo del experto”. Para Jiménez Burillo, sin embargo, las cosas no son tan científicas cuando hablamos de arte moderno. “En muchos casos, el valor de una obra es puramente subjetivo, es algo sometido a muchas convenciones e intereses”. En el caso de los artistas noveles, Moisés Bentata reconoce que influye mucho el tamaño de la obra (“Es inevitable; al principio, cuanto más grande, más caro”), y el precio que el artista asigne a su trabajo, sin ir mucho más allá. En definitiva, una buena opción (para las grandes fortunas) es la adquisición de una pieza muy valiosa; después, habrá que esperar unos años para que la obra se revalorice y aparezca un comprador dispuesto a pagar. En el caso de las pequeñas inversiones, desde 2000 o 3000 euros, los consejos de los expertos son más simples: (1) comprar cosas que realmente nos gusten, porque el primer retorno del arte es el propio disfrute; (2) buscar consejo de asesores especializados y galeristas que nos ayuden a perfilar el tipo de obras que nos pueden interesar, y (3) pensar no solo en pintura, sino en otras manifestaciones artísticas, como los grabados, la escultura, la cerámica o incluso la fotografía, donde pueden surgir oportunidades de inversión interesantes y con poco riesgo a precios muy asequibles.
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